En 1818, se registra la existencia de la hacienda de Jesús María, origen de la población de El Salto, Jalisco, había un trapiche, Cerca estaba un pequeño poblado, El Salto, aparentemente sin importancia pero a través del tiempo se manifestó como un lugar clave en el proceso de industrialización de la entidad, zona donde después
se fundaría la fábrica textil. La hacienda tenía una característica muy especial: ahí se encontraba el famoso
Salto de Juanacatlán, imponente caída de agua que realiza en este lugar el río grande de Santiago. Esa caída que alcanzaba casi los veinte metros de altura y cuya cortina tenía más de ciento treinta metros de largo, descrita en innumerables ocasiones por quienes tuvimos la suerte de ver en todo su esplendor esta maravilla de la naturaleza que reflejan tanto la emoción como la impresión de estar frente a la catarata más impresionante del país.
El 30 de agosto de 1835 Francisco Martínez Negrete Ortiz Rosas contrajo segundas nupcias con su sobrina en segundo grado María Josefa Alba Ortiz de Rosas, en la Parroquia El Sagrario en Guadalajara (siendo testigo Juan Manuel Caballero), ambos fueron comerciantes-empresarios-prestamistas de origen español vinculados al poder político y a la sociedad local, quienes amasaron una gran fortuna que heredarían posteriormente a sus hijos. Tuvieron ocho hijos, de los cuales sobrevivieron siete, seis mujeres y un varón: María Ignacia, Lorenza, María Dolores, Josefa, Rosalía, Francisca y Francisco de Jesús. Es necesario recalcar que durante la vida de Francisco Martínez Negrete Ortiz de Rosas, Guadalajara fue una ciudad principalmente mercantil.
En 1837 a la muerte de Don Juan Manuel Caballero, originario de Lanestosa España, la misma localidad donde nació Francisco Martínez Negrete, sólo que migró a México antes que él. Juan Manuel Caballero fue
comerciante, político, prior del Gran Consulado de Guadalajara, quien intervino en la construcción del actual
convento franciscano de Zapopan, dejó toda su fortuna para obras benéficas en esta ciudad tapatía y nombró como primer albacea de los bienes testamentarios a Francisco Martínez Negrete Ortiz de Rosas y a José Palomar como segundo. Don Francisco Martínez Negrete y Ortiz Rosas fue socio de Don José Palomar para la fundación de la fábrica de Atemajac llamada también “La Prosperidad Jalisciense” y de la fábrica de papel de El Batán. Formó la compañía de tranvías de tracción animal en la ciudad de Guadalajara y fue tesorero en la construcción de la Penitenciaría de “Escobedo” en donde hoy se encuentra el parque de la Revolución. Fue propietario de varias haciendas, entre ellas “La Labor” de Tepic, “El Castillo” y la Hacienda de “Buenavista” en Michoacán, actualmente “Vista Hermosa de Negrete”. La hacienda de “El Castillo” contaba con 12,349 hectáreas de terreno. Don Francisco Martínez trasladó peones a un área llamada “Los Capulines” (atrás de donde hoy está el club Río Grande), a unos cuántos metros del margen izquierdo del río Grande Santiago, cerca de la caída de agua de El Salto de Juanacatlán, los cuáles construyeron casas de adobe y tule, además un corral de adobe y ladrillos para almacenar la cosecha y sus instrumentos de labranza. En canoas cruzaban el río para llegar al pueblo de Juanacatlán que era Jurisdicción de Zapotlanejo, para hacer sus compras y recibir los servicios espirituales.
Al margen izquierdo del río Grande Santiago, cerca de la caída de agua se instaló un trapiche movido por fuerza animal y se canalizó el agua para regar los surcos de caña. Ya terminado el producto se transportaba a Guadalajara en carretas jaladas por yunta de bueyes. Se sembraba caña, garbanzo y alfalfa, a dicho lugar se le empezó a llamar la hacienda “El Molino”.
La Hacienda “El Castillo”, “La Azucena” y la Hacienda “El Molino” lo que hoy es “El Salto” formaban un solo latifundio de lo cuál era propietario Don Francisco Martínez Negrete Ortiz de Rosas casado con María Josefa de Alba quienes tuvieron seis hijos, cinco mujeres y un varón; María Dolores, María Ignacia, Lorenza, Josefa, Rosalía, Francisca y Francisco de Jesús Martínez Negrete Alba.
El 4 de septiembre de 1961, doña Dolores Martínez Negrete Alba, se caso con José María Bermejillo e Ibarra, banquero de profesión. Los yernos de don Francisco Martínez Negrete Ortiz de Rosas se integraron a los negocios de la familia, pasando a formar parte de la casa comercial Martínez Negrete y Cía.: Ignacia contrajo matrimonio con Pío Bermejillo e Ibarra, hermano del anterior, Josefa y Rosalía se casaron con los hermanos Justo y Manuel Fernández del Valle respectivamente y la última de las hijas doña Francisca con Agapito Fernández Somellera. Todos los consortes eran de "familias conocidas de Guadalajara".
Posteriormente seincorporó a la firma, el hijo, don Francisco Martínez Negrete Alba, quien se caso con Refugio Cortina Santana, al fallecimiento de ésta se volvió a casar con Rosario Morfin (19/10/1898). Del matrimonio con Refugio Cortina tuvieron seis hijos: Francisco, Juan, Francisca, Alfonso, José María y Luís, de los cuales sobrevivieron cuatro.
El 6 de julio de 1866, los señores Lowere Hnos. fundan en El Salto una fábrica de Hilados, a un costado de la caída de agua y el 20 de octubre de 1876, por razones que se desconocen dicha fábrica se trasladó a Río Blanco,municipio de Zapopan, Jal. Don Francisco Martínez Negrete Ortiz Rosas, murió en 1874 en la ciudad de Guadalajara, sus restos descansan en el Santuario de Nuestra Señora de la Soledad, en San Pedro Tlaquepaque, el cual ayudó para su construcción. A la muerte de él, doña Dolores Martínez Negrete Alba heredó todas sus tierras, y Francisco hijo continua en la actividad comercial y se desarrolla como empresario. Es lógico pensar que heredó la cartera de relaciones de su padre.
En 1875, doña Dolores Martínez Negrete Alba, esposa de don José María Bermejillo e Ibarra, adquiere de don Francisco Martínez Negrete Ortiz de Rosas y de don Valente Quevedo por herencia y venta respectivamente, la Hacienda “El Castillo”, ubicada en la municipalidad de Tonalá, Departamento de San Pedro, lindando al Oriente con el “Río Grande” y el pueblo de “Tololotlán”, el Rancho de “San Fernando Tololotlán” y la Hacienda de “Atequiza”; por el Poniente con las Haciendas de “El Cuatro” y “Santa Cruz”; al Norte, con la Hacienda “Arroyo de Enmedio” y el pueblo de “Tololotlán”; y por el Sur, con la Hacienda “La Calera”, “Santa Cruz” y “Atequiza”.
En la hacienda “El Castillo”, doña Dolores Martínez Negrete, instaló una fabrica de tequila, ya que en aquellos tiempos la mayoría de las haciendas se dedicaban a esta actividad. Pocos años después, don José María Bermejillo decidió cultivar trigo y le pidió a don Eduardo Collignón construir al margen izquierdo del río Grande Santiago, un edificio en el cuál instaló un molino de harina llamado del “Sagrado Corazón”, además de construir casas para sus trabajadores. Era tal el entusiasmo por el molino, que decidió construir una hacienda cerca de éste, de dos niveles y con vista a la preciosa a la cascada, y la llamo “Jesús María”. (Donde hoy se encuentra la Escuela Primaria Mártires de Río Blanco). Dentro de la hacienda está la casa grande, edificio de dos pisos, construida a unos 60 metros después de la caída de agua, fue la residencia de la familia Bermejillo Negrete, contaba con amplias y funcionales corredores, espaciosas y confortables habitaciones, y un estratégico mirador protegido y enverjado para admirar la cascada, también fue construida una capilla, misma que fue dedicada al Sagrado Corazón de Jesús y su primer capellán fue don Timoteo Martín del Campo, al poniente sobre la calle se encontraba un jardín y la residencia para visitas, luego la casa del administrador y las casas de los peones.
El 15 de mayo de 1888 el tren había llegado a Guadalajara, y poco después de haberse construido la estación El Castillo, el molino quedo comunicado a la estación por tranvías de mulas; posteriormente don José María Bermejillo compró una locomotora. Francisco de Jesús Martínez Negrete Alba le compró a su hermana María Dolores unas hectáreas cercanas a la nueva hacienda “Jesús María”, con el objeto de construir la fábrica de hilados y tejidos Río Grande.
En 1889 se comenzó a edificar la fábrica textil Río Grande. Esa fecha se menciona por primera vez (Ramo
Fomento 1889. A.H.J.) “Que un hombre llamado José María Bermejillo pide permiso para construir una vía
para unir la fábrica a la línea principal del ferrocarril. Se llamaba Río Grande estaba en El Salto.
Esta fábrica empezó a funcionar en 1896”.
En 1890 En este año se traza la calle 5 de mayo en Juanacatlán que parte del pórtico de la torre al río, con lo cual se dio fluidez a lo que se conoce como el paso viejo. La calle abierta da al río en donde se cruzaba hacia la colonia obrera en canoas o pangas a un costo de un centavo por persona y dos centavos por bestia de carga.
El 18 de julio de 1892, ante el notario don Emeterio Robles Gil, los Sres. José María Bermejillo, Cayetano
Valdez, Ignacio Moreno, Domingo Gómez y Francisco Paredes se integraron en una sociedad con el nombre de Compañía de Luz y Fuerza Motriz de Guadalajara, S.A. La Compañía de Luz y Fuerza Motriz de Guadalajara haciendo uso de su concesión otorgada por la Secretaria de Fomento para el agua; a corta distancia de la caída de agua de El Salto de Juanacatlán, edifica una casa de maquinas para instalar tres turbinas “Loffer”, las cuales, con bandas de cable manila, movían un generador monofásico de 375 KW., 1300 Volts.; 100 ciclos y 300 R.p.m.; además de sus cuatro generadores de corriente directa cada una de las cuales alimentaba, a su vez, 50 lámparas de arco en serie para el alumbrado publico de Guadalajara.
Este hecho convierte a la Compañía de Luz y Fuerza Motriz, S.A. y a su planta de El Salto, en la primera
Hidroeléctrica para el servicio publico de la República Mexicana y la primera de este tipo en América ya que la instalada en las cataratas del Niágara inició a trabajar dos semanas después. Y la segunda en el mundo, en Dicha fábrica se construyo en los terrenos aledaños a la Hacienda de Jesús María, con capital de los Sres. Francisco Martínez Negrete Alba y su cuñado José María Bermejillo e Ibarra.
La construcción de la fábrica estuvo a cargo del Ing. Robles Gil, que llevo albañiles tapatíos y de otras
ciudades, ocupando como peones personas del lugar.
De lejos y de cerca se destacaba el símbolo clásico de los centros fabriles, la chimenea, que en este caso alcanza los noventa metros de altura y tenia el orgullo de haber sido “construida con puro ladrillo traído de Inglaterra”. La fachada de la fábrica es hermosa, ostenta una torrecilla donde se coloco un reloj público de cuatro carátulas, tiene muy bonitos jardines con una hermosa fuente con desagüe por bronceadas cabezas de león y con una estatua de mármol simulando un soldado griego, su silbato muy potente que sirve de reloj a los pueblos y ranchos circunvecinos.
Esta fábrica llegó a tener hasta 1650 obreros, entre hombre, mujeres y niños; llegando gente de lejanos lugares: de México, Tlalpan, Querétaro, Guadalajara, a poblar la Colonia Industrial Río Grande. Los obreros transitaban por tres niveles: aprendiz, suplente y de planta. Aprendiz: se le preparaba en un proceso de Multi-habilidades “comodín”. Suplente: se le ocupa donde fuese requerido e indistintamente en cualquier turno. “Se presentaba a los tres”. Planta: puesto de base y se le respetaba su perfil laboral y antigüedad y también estaba el Maestro: hoy supervisor o jefe de departamento.
En 1998 dos años después de inaugurada la fábrica textil se construye la Colonia Industrial Río Grande (Zona habitacional para obreros), tomada del modelo de las colonias industriales inglesas del siglo XVIII; lugar característico donde coexistían con sus familias “por niveles”, en un área exclusiva los dueños y patrones, próxima a ella, pero del dentro del contorno fabril los empleados y maestros, al exterior de la fabrica los obreros vivían en casas homogéneas típicas de adobe y teja en su mayoría, con sus calles numéricas de la calle 50 a la calle 1200 de 100 en 100. Su construcción dio inicio en 1898 hasta la calle 900 y puestas en servicio dos años después, el resto de las cuadras o sea hasta la calle 1200 y la muralla se construyeron en 1902, estas viviendas "las cuadras" estaban amuralladas o protegidas por arcas o fosos. La colonia contaba con luz
eléctrica, agua, plaza central, kiosco, establecimiento comercial, conocido como la Esmeralda o La Tienda
Grande, botica, correos, despacho de leña y carbón, molino de nixtamal, capilla, escuela improvisada, baños
públicos, lavaderos, cárcel y hasta cantina.
A fines del siglo XIX y hasta la segunda mitad del siglo XX, en el interior de la hacienda de Jesús María dio
servicio un lujoso hotel, donde se hospedaba al turismo de diferentes partes de la república, incluso del viejo
mundo y de otras latitudes, venían a admirar la impresionante cascada, misma que nos representó y dio el
nombre a este municipio. El estruendo era tal que se podía escuchar a unas varias leguas de distancia y ver la
nube que sobre ella se formaba con la brisa y por la refracción de la luz del sol formando el o los arcoíris, “todo un espectáculo de luz y sonido”. Los infantes de su tiempo, conducían a los visitantes hasta el citado lugar, "lo llevo a la cascada".
El río a su vez, nos proporcionaba la manutención y para el halago de nuestros visitantes, una gran variedad de pescados, como carpa, bagre, boquinete, ranas, nutrias, patos, zanates y hasta tejones. Por medio de regadíos, se cultivaba la caña, existían huertos de árboles frutales: aguacate, mango, guayabo, y hortalizas: como tomate rojo, cebollas, zanahorias, calabacitas, melones, sandías, etc. Todo esto sin faltar la recreación, ya que todos ó casi todos desde niños, nos enseñamos a nadar es sus aguas, lo mismo que a remar en canoa y a la sombra de sus sauces, sabinos y álamos degustábamos comidas y bebidas muy placenteras.
El 19 de diciembre de 1898, por decreto 832 se erige el Municipio de Juanacatlán, en el cual la Colonia
Industrial Río Grande y la Hacienda de Jesús María formar parte de el.
El 17 de mayo de 1899, se expide el decreto No. 857 donde menciona que la Hacienda de “El Castillo” y las Pintas pertenecen a Juanacatlán.
El 27 de Octubre de 1901, es inaugurando el puente sobre el río Santiago que une a El Salto con Juanacatlán, puente que se edifico gracias a los esfuerzos del sacerdote Vicente Michel.
El ferrocarril, que llegó a Guadalajara en 1888 y que se prolongó hasta Manzanillo en 1910, acarreó cambios importantes en los sistemas de comercialización e incluso incidió en la producción industrial y agrícola. El cambio más importante se dio en la primera década del siglo. Los grupos oligopólicos de Guadalajara controlados por las familias Martínez Negrete, Palomar, Fernández del Valle, Olasagarre, Corcuera, Fernández Somellera, etcétera, fueron dejando en manos de los franceses dos actividades económicas de gran importancia: el comercio y la industria. Los franceses fueron los virtuales dueños de empresas textileras, compradas a las familias fundadoras o administradoras. Ellos dieron mayor empuje a los cambios tecnológicos al incorporar la energía eléctrica al proceso industrial de manera definitiva.
La fábrica textil Río Grande, que contaba con departamentos de hilados, tejidos, almidón y blanqueo. La
experiencia comercial e industrial de los fundadores auguraba un buen negocio, sin embargo, la deuda contraída con el Banco de Jalisco para su construcción empezó a ser una carga, y en el año de 1904 se declaró en quiebra don Francisco Martínez Negrete Alba.
En abril de 1905 se remató la fábrica textil Río Grande, quedándose con ella los franceses, Cuzin, Fortuol Bec, Lebre y Brun. Ya a estas fechas la colonia industrial Río Grande iba creciendo, llegando gentes de todas partes; de Querétaro, Tlalpan, Guadalajara y sus alrededores.
El 4 de Marzo de 1925, por decreto No. 2509, se elevó a la categoría de comisaría la Ex Hacienda de Jesús María (El Salto), Municipalidad de Juanacatlán, y fue en esa fecha cuando se instaló la primera oficina de registro civil, siendo Gobernador del Estado el Sr. J. Guadalupe Zuno Hernández.
En 1943 El Salto, era ya delegación de Juanacatlán. El Secretario de la Sección 1 de los trabajadores de la
fábrica Río Grande, Don Faustino Rosales Prado y un grupo de obreros lucharon tenazmente para que El Salto fuera Municipio, y por fin:
El 25 de Diciembre de 1943, El Diario Oficial publica que bajo decreto No. 4927; El Salto es elevado a la
categoría de Municipio. Siendo Gobernador del Estado don Marcelino García Barragán; siendo el primer
Presidente Municipal el Sr. Rosendo López.
1960-1970 quedó consolidado el proyecto del corredor industrial, vendría un auge en el asentamiento de
industrias. El Salto es desde entonces una de las localidades más atractivas, lo que redunda en una promoción especial. Al elaborarse estudios técnicos sobre el corredor industrial, “se tiene como mira lograr el desahogo del incremento industrial de Guadalajara, creándose zonas periféricas industrializadas que proporcionen fuentes de trabajo, para que ha su vez alivien la sobrepoblación de la ciudad”. La política del gobierno de Luís Echeverría decide abiertamente impulsar el corredor industrial, como salida a la descentralización de la ciudad de México.
El 23 de Diciembre de 1978, Se eleva a la categoría de Delegación Municipal el poblado de “El Castillo”, del Municipio de El Salto, Jalisco.
El 18 de Diciembre de 1984, Se eleva a la categoría de Delegación Municipal la actual agencia de “El Verde”, del Municipio de el Salto, Jalisco.
El 27 de Febrero de 1986, Se eleva a la categoría de Delegación Municipal el poblado de “Las Pintitas”, del
Municipio de el Salto, Jalisco.